
Pensando en esto temas, comencé a pensar en los cambios acontecidos en mi forma de ver el mundo y de relacionarme con él, es entonces cuando caí en la cuenta de que hasta que decidí seguir el camino de los Viejos Dioses, al igual que casi todo el mundo que se cría en un país católico (España sin ir más lejos) nos hemos convertido en presos de la culpa, vivimos en un mundo en el que buscamos culpables para todo, cualquier cosa que nos sucede negativamente, ha de ser culpa de alguien. Esto está muy bien si lo que quieres es simplemente quedarte a gusto y no darle más vueltas al asunto, pero a un nivel filosófico, la culpa es el asesino de la responsabilidad y de el crecimiento activo a nivel espiritual y mental.
Los judeo-catolicos, nos han convencido, de que desde que nacemos, ya somos culpables de algo, nacemos sucios y en pecado, nos guste o no nos guste, casi todos nos hemos criado escuchando esa cantinela, pero en el fondo, sabemos que no somos culpables ¿Qué ocurre entonces? Es bien sencillo, si yo sé que soy buena persona, entonces los culpables han de ser otros y es en este punto en el que comenzamos las típicas frases del estilo “es que la culpa es de la gente” o “es que la gente no tiene personalidad”

Desde que comencé a darle vueltas al asunto, llegué a una conclusión, ¿Qué ocurriría si comienzo a responsabilizarme de mis actos? ¿Qué ocurriría si trato de encontrar mi parte de responsabilidad en las cosas que me ocurren, en lugar de buscar culpables en cualquier lugar?
No voy a responder a estas preguntas, pero creo que una parte importante del culto a nuestros antepasados y a los Ases y Vanes, pasa por no ser monigotes que bailan al son de la música que nos han puesto otros.
-- Jesús Paton --
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